miércoles, 3 de diciembre de 2008

De comidas familiares y gazpacho

Hace un tiempo no me consideraba demasiado especialita con la comida. Cuando era pequeña odiaba comer, no la comida en si. De más mayor, comía bien, y aunque había cosas que no me gustaran, las comía. Y más si era en otro sitio que no fuera mi casa. Jamás he soportado a esa gente que va invitad@ a algún sitio y cuando le ponen el plato delante dicen: "No me gustaaa".
Pues bien, hay ciertas cosas que por mucho que haya intentado comer, jamás he conseguido que me entren de buena gana: el pescado y el tomate. El salmón y las anchoas me gustan (algun pescado más y depende siempre de como se cocine) y me encanta la comida japonesa. El ketchuo y el tomate frito me gusta, pero soy incapaz de comerme el tomate de una ensalada, aborrezco, el salmorejo, el gazpacho y un largo etc...
Pues hace unos meses, conocí a los padres de Peluchito. No llevamos mucho tiempo y por aquel entonces, menos aún (lógico), pero Peluchito vive a unos 40 minutos en coche de mi casa, y entre que era tardísimo, soy novata con el coche y a Peluchito le da pánico que coja el coche por la noche, decidimos que durmiera en su casa.
No hubo ningún problema. A excepción de levantarme con peor aspecto que una bruja y tener que conocer a los padres de Peluchito de tal guisa. No debió importarles demasiado, ya que al fin de semana siguiente me invitaron a comer.
Peluchito sabe que me he vuelto muy niña con las comidas y ya me habia preguntado que cosas me gustaban y que cosas no. Su madre se lo preguntó a él y él solo dijo que no me gustaba el pescado.
Cuando llegamos a su casa, Peluchito le preguntó a su madre que había preparado. Y con un "tengo malas noticias", me dijo que había gazpacho.
Me reí y dije que comería lo que hubiese. Pero él, que no, que no me iba a comer nada a disgusto y que se preparaba otra cosa.
Cuando estabamos medio discutiendo sobre el tema de la educación y de primeras impresiones apareció su madre, y me dijo: en mi casa no come nadie nada que no le guste. Le faltó el "Y punto en boca!"
En un intento de mantener la educación que tanto ha costado a mis padres darme, probé el gazpacho del plato de peluchito, a ver si era capaz de comerlo. Según él, mi cara fue un poema.
Al final, me pusieron un poco de tortilla de patata (que me encanta) y se acabó el tema.
Ah, y ahora me llevo estupendamente con los padres de Peluchito, especialmente con su madre. Casi todos los sábados duermo en su casa y siempre que me quedo como con ellos. Jamás ha vuelto a repetirse otro mal trago como el que he contado ^^




Sopita Seca ha llegado a las diferentes conclusiones:
- Nunca digas que no te gusta algo, a nadie. Lo pagarás caro.
- La educación que te dieron tus padres, no sirve para nada. Acabarás haciendo lo que te da la gana XD

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