Ayer dije que había hecho un par de reflexiones. Todo me vino a raíz de ver un blog de una chica que me había dejado un comentario... La verdad que me quedé muy sorprendida ya que todo su blog parecía dedicado a adelgazar, el peso... me pareción (con todos mis respetos a la autora del blog) que rozaba lo obsesivo.
Yo se perfectamente que es obsesionarse con el peso y con la comida. No es algo que quiera contar ya que es una época de mi vida que, aunque me marcó, ya está pasada y me parece absurdo seguir recordándola. ¿Para qué? Pero cada vez que veo que una persona se obsesiona, hace locuras, tonterías con ese tema, arriesgando su salud (tanto física como mental) me pongo mala. Pero tampoco es que yo pueda hacer demasiado.
Y lo que me ha parecido más raro es que me plantee todo esto cuando yo hace poquito me he vuelto a poner a régimen con la esperanza de recuperar un poco la figura de hace un año. Es cierto que en su día me sentía muy orgullosa, adelgacé 11 kg, muy lentamente, a mi ritmo, con muchísima fuerza de voluntad. Y sinceramente, me apetece volver a estar así y por eso me he puesto las pilas, incluso me he puesto a hacer deporte que la otra vez no lo hice. Pero desde luego no me quiero obsesionar.
Hablando del deporte, hoy he empezado a coger la bici. Hacía años que no me subía en una... y ha sido satisfactorio y terrible a la vez. Satisfactorio por que dar una vueltecita con una temperatura agradable dandote el vientecito en la cara... además que me planteé estar una hora entera con la bici (en terreno liso, no tengo fondo para ponerme a subir cuestas hace años que no hago deporte) y lo conseguí. Además no me han dado agujetas, cosa que es genial.
¿Lo terrible? Bueno, terrible, terrible tampoco... dejemoslo en gracioso. Primera pega: me daba un poco de miedo. Sí, no es que yo haya sido nunca una gran ciclista y siempre me ha costado horrores llevar recto el manillar. También me daba miedo llevar por la calzada la bici por los coches y por la acera en teoría está prohibido, que como no tengas cuidado te puedes llevar a algún peatón por delante. Pues todo junto, falta de estabilidad, coches y peatones, hacía que me diera pánico dejarme los dientes en el suelo.
Segunda pega: la bici me da a mi que no está en sus mejores condiciones. Los frenos están duros duros y me cuesta una barbaridad frenar. Por eso intento no ir rápido, que como tenga que hacer una frenada de emergencia es muy probable que me vaya al suelo. Después está el asunto de que la cadena por el asunto de las marchas chirríe que da miedo. Ah, y las marchas, que se ponen cuando les da la gana... alguna vez me ha dado la impresión de que llevaba la cadena suelta. Después está el hecho de que creo que la bici es algo pequeña para mí. Pero eso tiene difícil remedio, no se si voy a tener la fuerza de voluntad de aficionarme totalmente a la bici como para que me convenga comprarme una nueva, así que...
Aún que lo mejor de todo esto es el sillín. A su lado los frenos son mantequilla... ¡Madre mía que duro está, copón! Al final he acabado con un dolor en el culo y lo que no es el culo que aún me dura. He tenido que comprar en el Decathlon una funda para poner al sillín, Y cuando he querido comprobar si era lo suficientemente cómoda, esos dolorcillos se han multiplicado. Por lo que he dado por sentado que seguro que una vez se me pase el dolor, será confortable. Espero no equivocarme, jeje.
De todas formas no desisto. Pienso salir mañana otro rato, intentaré estar la hora, como hoy. Si por el dolorcillo del culo no aguanto más, no voy a forzar tampoco, ya se pasará. A ver que tal va. Ya os iré contando.
Un besazo enorme!
martes, 22 de septiembre de 2009
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