martes, 30 de septiembre de 2008

Los principios nunca fueron fáciles...(una de príncipes)

Uno de los mayores retos que tengo a la hora de publicar es elegir con qué historia empiezo. No son pocas. La verdad que miro hacia atrás y digo...jode, te has pasado! De hecho, una de las frases que más digo para quitar hierro cuando hablo de mis ex (ex-novios, ex-rollos, ex-polvos...) es: ¡No se puede ser tan puta! (esta frase la suelo decir cuando me he dado cuenta de que he hablado de más...me pierde esta boca).

Pues eran tantas las historias que, teniendo en cuenta q tengo memoria pez, me senté con dos de mis mejores amigas (una de ellas era la que me amenazaba con escribir el guión de la serie sobre servidora) y las pedí que me ayudaran a hacer una pequeña lista para ayudarme a hacer memoria (cuando una tiene memoria pez es lo que pasa)


Salieron bastantes cosillas (otra gran frase mía: ¡Es lo bueno que tiene haber sido tan puta!) y ahora que me he sentado a leer la lista, me he decidido por contaros una no demasiado cómica, pero sencilla. Es la historia de cómo conocí a Príncipe Encantador (sí, existe).

Hace mucho mucho tiempo, en el lejano reino del movimiento goth madrileño, había una joven llamada Sopita Seca, que soñaba despierta con los personajes de un precioso cuento titulado "Entrevista con el vampiro". Sopita Seca se había enamorado del personaje Lestat, y aún sabiendo que era un personaje irreal, tenía la esperanza de encontrar a alguien tan apuesto como él (por que Sopita Seca no era tan imbécil de querer un vampiro que le chupase la sangre de verdad, se conformaba con un rubio de melenita que estuviese bueno).
Un buen día, conoció a un apuesto muchacho que se parecía muchísimo: rubio, melenita, guapo...menos por los ojos azules, los colmillos y la inmortalidad, era igual.
Sopita Seca intentó ligárselo. El primer día era todo perfecto: un muchacho fino, educado, todo un príncipe encantador.
Pero Sopita Seca se dió cuenta de una cosa: una persona que rebusca tanto las palabras, que se preocupa más por su aspecto que ella y que a fin de cuentas, sea más femenino que ella, no es encantador, ES PEDANTE.
Entonces, Sopita Seca mandó a freír espárragos al Príncipe Encantador en una semana.
Y llegó a varias conclusiones:
- No le gustan las personas demasiado perfectas.
- No quiere un Príncipe azul en su cuento.
- Odia a los chicos excesivamente femeninos.
- Y que, o bien todos los estereotipos sobre los gustos de las mujeres están mal, o a cada tía le gusta una cosa distinta.


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