El día de descanso

Hoy ha sido mi día libre. Pongo mi día de descanso, pero ojalá hubiera descansado...
Me he levantado por la mañana y me he puesto a limpiar. No es algo que me guste demasiado, pero el polvo de las estanterías ya empezaba a ser demasiado grueso y como siguiera así cualquier día una bola formada por pelusa y mi propio pelo (no se si será normal, pero se me cae muchísimo!) pasaría a mi lado y me daría las buenas tardes.
Como comenté ayer, pensaba poner el árbol de Navidad en casa para darle una sorpresa a mi madre. Cuando he terminado con mi cuarto me he puesto a ello. Mi primera sorpresa es que el árbol había que montarlo ramita a ramita. Y así he estado yo, colocando rama a rama el arbolito, mientras juraría que el árbol del año pasado se montaba en tres piezas y fuera (se ve que puse mucha atención a los adornos, sí). También he puesto las luces que he encontrado, que en un principio funcionaban. Después los adornos. He cogido los que me parecían más bonitos, por lo que el árbol ha quedado lleno de cositas doradas y rojas. Por lo menos no ha quedado muy recargado. A todo esto, mientras me peleaba por colocar todas las ramitas en cada uno de los agujeros correspondientes (que encima tienen cierto orden) me ha visto mi hermana, que con su habitual cara de chupar limones (mucho más habitual desde que le han dado la patada en la empresa en la que estaba de becaria en la que creía que se iba a quedar gracias a su titulitis) me ha dicho que que hacía poniendo ya el árbol. Cuando le he dicho que era para darle una sorpresa a mi madre, que yo creía que se lo merecía se ha encogido de hombros y se ha largado. Yo he pensado que tenía unos huevos enormes, ya que me podría haber ayudado, pero no se iba a quedar ahí la cosa, no.
Cuando ha llegado mi madre le he hecho pasar al salón con los ojos cerrados para que la sorpresa fuese mayor. Y le ha gustado mucho el detalle. Pero claro, mi hermana no ha tardado nada en hacer todo lo posible para cargarse ese buen momento.
Mi madre le ha preguntado que si ella había decorado también y su respuesta ha sido: "No, a mi nadie me ha pedido ayuda". Al principio he intentado ignorarlo pero ya después de unos cuantos comentarios por lo bajini despotricandome, me he cabreado y le he dicho a mi madre que ella me había visto montando el árbol y que solo me había dicho, a malas además, que qué hacía poniendolo. Y a pesar de que era algo para ella y se lo había dicho, se había largado, vamos que no lo ha colocado por que no le ha dado la gana.
Desde luego, hay ciertas personas que tienen un don para cargarse las cosas bonitas. Yo ahora soy incapaz de quedarme con lo bonito de haber preparado algo especial para mi madre, algo para ilusionarla por que además no le ha dado tiempo ni a que le hiciera ilusión, me quedo con el mal sabor de boca que incluso cuando hago algo que se supone que es por ayudar o hacer algo bueno, se monta una bronca. Estoy un poco harta de convivir con un mal bicho...
Mi madre dice que la entienda, que no lo estamos pasando bien ninguna en casa. Yo puedo entener muchas cosas, pero no entiendo las ganas de hacer daño (y ya no a mi, que encima quién lo pasa peor con nuestras broncas es mi madre) y los insultos gratuitos. Como tener que llamarla cuando la estaban llamando por tlf y que encima me llame subnormal cuando la estoy avisando. ¿Creeis que es normal?
En fin... Voy a pensar que ya queda poco para el fin de semana. Creo que es lo mejor que puedo hacer.
Un beso muy grande!